harriak: «paladin»

Al paladín se le atribuyen la fuerza del ánimo y el deseo de ponerla a prueba en aventura. De verso a verso cambian los nombres y estos paladines de acciones nobles se llaman aquí Miren, Ibon y Leire. Por su entusiasmo sólido y obstinado, son capaces de renovar nuestro humor y reviven en sus piezas de vídeo, hormigón o papel la ilusión eterna de la creación.

Negocian desde el arte como medio de conocimiento sin hipótesis, de comunicación de nada, de subjetividad des-subjetivizada, porque su fuerza es anterior al sujeto y a la cultura, con la que pactan en el entrecruzamiento del poder y del no poder. En el sí del no. En el malestar entre la fuerza y la norma. En lo intempestivo. En esa belleza paradójica que precisa de una Forma desde la mala forma, que es ninguna.